Sobre liderazgo e influencia
La rueda de prensa de ayer de Guardiola fue un acontecimiento. Dejando a un lado los “colores”, los intereses y afinidades, fue una de las pocas veces que Guardiola se salió de su “rol” de entrenador, que dejó el “nosotros” corporativo y habló en primera persona.
Dejando también a un lado los resultados y estilos deportivos, y centrándonos en el tipo de liderazgo, Mou y Guardiola representan dos maneras de entender la función de entrenador. Uno, más cercano al showman, entiende y defiende la influencia social y mediática como parte intrínseca del rol. Confirma que movilizar diferentes tipos de poder (el técnico, pero también el mediático, el económico,…) es lícito en beneficio de la función. El otro, más próximo al rol de gestor, de técnico, aparentemente se supedita a unos intereses, valores,… colectivos, en los que determinados “juegos” y jugadas no son lícitos.
Sí, como parece, se trata de una diferencia moral. Pero no en tanto que uno esté “por encima” o “por debajo” de otro, sino en tanto que juegan juegos con diferentes normas (valores).
Guardiola ha puesto en duda explícitamente y con gran lucidez una pregunta: ¿qué se le pide al entrenador (líder)? ¿Qué gestione el máximo rendimiento de su equipo o, también, que gestione la influencia, el discurso, que movilice emociones ajenas al campo de juego?
Y Guardiola ha declarado que no entiende que esta segunda parte sea parte de su rol (de sus valores, de sus expectativas y motivaciones sobre lo que es ser entrenador), ni de sus fortalezas (al menos, comparativamente).
¿Un líder “técnico” que persigue la perfección y los resultados, y ellos ya convencerán a la afición y al resto, o un líder “comercial” que gestione la influencia, los medios, las emociones, que movilice y posicione?
Aunque claro, todo discurso, aunque se posicione como técnico y sin voluntad de influencia, es un discurso, y crea caminos y visiones.