Sobre la necesidad de innovar en el diseño de estrategias y planes de acompañamiento social vinculados a los procesos de restructuración empresarial (ERE)

Colaboramos con un artículo en la revista del Colegio de Censores Jurados de Cuentas de Cataluña, que traducimos a continuación.

¿Son realistas? ¿A quién engañan si al final gestionamos posibles pero no realidades?

Empecemos repasando algunos hechos relevantes:

Hay menos sillas

El tejido empresarial se ha reducido. Lo ha hecho de forma constante desde finales del 2007. Y de forma especialmente agresiva en el transcurso del período de crisis que estamos viviendo.

La mayoría de empresas se están adelgazando para ser viables y poder competir. Otras han dejado de crecer. Otras han desaparecido.

El proceso de concentración, el de centralización, las eficiencias, las optimizaciones y racionalizaciones diversas, no serán un hecho aislado, serán la norma. Contribuyen al hecho que se pueda consolidar un tejido robusto y competitivo que estará basado en la no permisividad (no todo vale) y en la garantía del valor y la sabiduría de hacer más y mejor con menos. Éste será el modelo. La regeneración del tejido productivo y empresarial es posible.

Sin embargo, sincronizar por un lado las necesidades de reubicación profesional y, por otro, la generación de ocupación sostenible, en calidad y cantidad, me temo que son curvas con tempos, amplitudes e intensidades diferentes.

Así las cosas, parece obvio que la posibilidad de reubicación se ha reducido y sigue reduciéndose.

Cambio de mentalidad y alternativas

En este escenario es clave contemplar alternativas:

  • Movilidad: se hace necesario replantearnos los critérios y estilos de “consumo” en las dimensiones de movilidad geográfica, funcional, sectorial,…
  • Reinventarnos: el proceso de autodescubrimiento puede ayudarnos a consumar el plan B, el C, o el H. Más de una carrera o trayectoria profesional diferentes son posibles, en el curso de nuestra vida laboral.
  • Emprendimiento: podemos generar nuestras propias ocupaciones
  • Y especialmente, trabajo por proyectos: los trabajos empiezan y acaban. Se trata de una rotación necesaria que debe ser aceptada culturalmente. Esto significa que podemos implicarnos en proyectos aunque no sean para toda la vida, sin pensar que hemos fracasado. La flexibilidad del modelo laboral y de la propia cultura del sistema debe contribuir a hacerlo posible.

Estamos ante un nuevo modelo, donde la flexibilidad, la resilience, la inteligencia emocional… son clave para gestionar y para gestionarnos.

La mentalidad de los trabajadores y ocupadores será también diferente.

Qué hacer ante este nuevo paradigma

Invertir en una plataforma que permita reconvertir perfiles, mentalidades y actitudes, a todos los niveles. Esta es la asignatura pendiente y debería acometerse de manera conjunta, alineando a todos los agentes decisorios implicados directa o indirectamente, para que contribuyan con propuestas realistas y con ayudas factibles.

No podemos proporcionar las antiguas soluciones a los nuevos problemas, que se alimentan de coyunturas que nada tienen que ver con las de hace unos años. Necesitamos no sólo recursos, sino principalmente un cambio de mentalidad, de cultura de estilos de hacer y de expectativas.

Un cambio de modelo (no sé si como Dios manda o no, pero un cambio de modelo al final)

Puede ser que sea necesario replantear y reinventar algunas de las propuestas que se contemplan en los planes de acompañamiento social, para adecuarlos a las posibilidades del entorno actual y para garantizar su efectividad, en caso contrario las acciones que emprendamos estarán instaladas en la ficción o en una visión idealista, generando impactos nulos en una población que necesita apoyo urgente, y de la que nuestra sociedad necesita su retorno. 

Podéis ver la publicación original en catalán aquí

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