Resumen «El viaje al poder de la mente» de Eduardo Punset

Con esta entrada, inauguramos una nueva sección, sobre libros vinculados a la psicología, recursos humanos, management,… que nos parece interesante compartir.

Este libro de Eduardo Punset aborda, entre muchas, las siguientes cuestiones:

  • No tenemos domicilio fijo en el Universo, pero no queremos cambiar de opinión
  • Las intuiciones son tan válidas como las decisiones que teje la razón
  • Necesitamos desaprender casi todo lo aprendido y no sabemos cómo hacerlo
  • Cuando recordamos el pasado imaginamos el futuro se activan idénticos circuitos cerebrales
  • Borrar la huella de cada injuria o acoso personal requiere cinco actos de desagravio
  • El aprendizaje social y emocional es la única apuesta rentable de cara al futuro

A continuación encontraréis un resumen de lo que a nuestro juicio son las principales aportaciones del libro.

Algunas definiciones iniciales:

  • Belleza: la ausencia de dolor
  • Felicidad: la ausencia de miedo

Cambio de paradigma

Tuvimos que aprender y entrenarnos para sobrevivir en un mundo de probabilidades en lugar de certezas, cuando no nos habíamos acostumbrado todavía a haber perdido nuestro hogar, a no tener domicilio fijo.

Desaprender

El proceso de desaprendizaje es, mayoritariamente, un mecanismo inconsciente impulsado por el ansia de medir y de comprobar las hipótesis formuladas.

El poder avasallador de las convicciones propias, frente a la percepción de los sentidos.

Tomamos decisiones no en función de lo que vemos, de lo que consideramos bueno o malo, sino en función de las convicciones o los códigos de los muertos: pautas de conducta excelente hace miles de años, que han dejado de ser útiles y que sin embargo siguen vigentes.

Los humanos pueden cambiar de opinión, pero odian tener que hacerlo.

El cerebro detesta cambiar sus costumbres, porque en ello se juega su supervivencia.

La paradoja plástica (Norman Doidge): una vez que en el cerebro ha tomado forma un cambio determinado y está bien establecido, puede impedir que ocurran otros cambios.

Sin haber experimentado los nuevos entornos no es posible tomar conciencia de la naturaleza arbitraria de los actuales.

Nuestra conducta está tan determinada por la huella del pasado, de lo heredado, por los estímulos del entorno, y por los procesos cognitivos inconscientes que resulta imposible desaprender sin tomar un atajo.

Memoria, percepción e imaginación

Imaginar el futuro y recordar el pasado son entramados muy parecidos. La memoria no sólo es vital para recordar lo que aconteció sino también para anticipar el futuro. Ver e imaginar son cosas muy parecidas. No podemos predecir el futuro porque únicamente sabemos imaginar el futuro recomponiendo el pasado.

La mayor parte de la energia cerebral no se utiliza para interpretar la realidad, sino para pergeñarla a medida de nuestro deseo.

El recuerdo de una experiencia concreta se compone de recuerdos, fragmentos de información que se almacenan en varios lugares distintos del cerebro. Cuando recordamos unimos los pedazos de información desde diferentes partes del cerebro. La información se almacena para poderla usar en el futuro, fragmentadamente.

Recordamos el sentido o el significado general de una experiencia, no los detalles.

Los recuerdos están influidos y distorsionados por nuestros conocimientos, sentimientos y creencias actuales. Lo que sabemos, creemos, sentimos en el presente afecta a nuestras evocaciones de los que creemos que sucedió en el pasado.

Los inhibidores latentes: resortes cerebrales que permiten concentrarse, filtrar los estímulos del entorno.

Recordar exige saber descartar de la memoria algo irrelevante en favor de recuerdos fijados con una finalidad precisa. La eliminación de recuerdos competitivos en la actividad cotidiana confiere mayor capacidad cognitiva para preservar los recuerdos importantes.

El sueño

Cuando imaginamos despiertos, estamos visualizando y sintiendo como si estuviéramos viendo realmente una nube, un recorrido o un partido de tenis, con una única diferencia: no activamos el sistema motor.

Los sueños son el pasto natural de la capacidad de aprendizaje. Aprendemos soñando. El sueño realiza una reordenación de la actividad neuronal en lugar de una parada de actividad.

Disonancias

Hay zonas activas de la neocorteza cerebral que se bloquean cuando a los participantes se les da información disonante, que atenta contra sus convicciones (aunque sean secundarias).

Las disonancias generan desasosiego y estrés. Se inhiben los circuitos cerebrales para que la disonancia no pueda ponderarse.

Desdecirse

Cuando los expertos se equivocan se sienten amenazados en su propia identidad y en el reconocimiento por los demás de la valía de esa identidad. Cuanto más confiados y famosos son los expertos, menos probabilidad hay de que admitan errores en su conducta.

Emociones

Al contrario de otras especies, tenemos emociones mezcladas.

Emociones positivas como el amor y negativas como el odio o el desprecio activan circuitos cerebrales muy próximos, casi idénticos (putamen, ínsula).

 

La diferencia entre amor y odio es que el primero inhibe al organismo del resto de los sentimientos, lo «desenchufa».

Los circuitos del odio son distintos de los del miedo.

La perdurabilidad en el tiempo de la emoción vinculante viene dada por la posibilidad de recurrir a una o a otra indistintamente según las circunstancias.

No hay proyecto que valga sin emoción. Pero la ejecución funcional exige que la intensidad emocional no traspase un punto a partir del cual se pierde el control.

Las emociones desempeñan un papel causal en los juicios morales. Los pacientes con daño focal bilateral en la corteza prefrontal ventromedial generan un nivel anormalmente elevado de decisiones utilitarias u objetivas al enfrentarse con dilemas morales. Sus sentimientos de empatía y del culpa también eran menores.

Las dificultades para imaginarnos a nosotros mismos en otra condición emocional cuando somos presos de la contraria.

Intuición

Son procesos cognitivos muy complejos que se hacen de forma inconsciente.

Cuando un deportista realiza un ejercicio habitual, un movimiento mecanizado, y le pedimos que explique cómo lo hace, al pensar sobre el mecanismo anatómico el movimiento pierde eficacia.

La falta de información puede ser un activo de la capacidad de razonamiento. Una heurística (regla general) ignora información y esto es lo que acelera la toma de decisiones por el inconsciente.

Incluso las percepciones más simples se basan en inferencias. Estamos continuamente adivinando, haciendo conjeturas. Hacemos suposiciones en base a principios probables pero no seguros.

Se toman mejores decisiones cuando se recurre a una sola y buena razón, en lugar de a diez, especialmente en un mundo incierto.

La intuición se basa en principios sencillos que ignoran información y seleccionan una o dos razones.

Dos tipos de persona (según Malcolm Westcott): los intuitivos y los cautelosos. Los cautelosos intentan no equivocarse y los intuitivos tratan de acertar.

Conciencia

El inconsciente es responsable de la mayor parte de las decisiones que tomamos. La conciencia sirve para aprender a distinguir pasado de presente, y éste del futuro; para situarnos en el tiempo.

Superar la adversidad

Dos resortes que nos lo permiten: el optimismo atávico y la moral innata.

Empatía

Cuando alguien ve a alguien que experimenta dolor surge el mismo modelo de activación cerebral que cuando lo sufre.

Moral innata

De modo similar al lenguaje (gramática generativa de Chomsky), hay unos principios morales universales como:sentido del compromiso y de la reciprocidad social no interferencia en los ánimos de los demás derecho al descanso las acciones son peor vistas que las omisiones (es más fácil ver las intenciones de una acción que las de una omisión)

Edad y felicidad

La edad comporta mayor felicidad y pasión (Goldberg).

Un sustento más sólido y prolífico en la memoria de vivencias en los que sustentar la capacidad metafórica generadora de las dosis de creatividad necesaria para ser feliz.

Con la edad, el estímulo exterior debe ser particularmente sofisticado y complejo para transformar la sensación inicial de placer en amor. Sólo un estímulo exterior particularmente seductor puede superar el recuerdo.

La plasticidad cerebral

Se acaba de descubrir que algunas experiencias personales pueden dejar una huella indeleble en el inconsciente de la estructura cerebral que, a su vez, puede dejar otros rastros en grupos de neuronas que interactúan entre sí a raíz de dicha huella.

Nuestro cerebro no ha sido conectado una vez por todas. El cerebro cambia continuamente con la experiencia. Cuando se aprende algo o se adquiere cierta experiencia, algunas sinapsis en un circuito determinado serán más eficaces que antes. Esta es la base del aprendizaje y la memoria.

Los seres humanos podemos crear nuevas neuronas durante toda la vida y basta la aplicación de un esfuerzo mental para activar el proceso creador.

Investigadores de la Universidad de Londres encontraron que los taxistas tenían el hipocampo más desarrollado que el promedio de personas analizadas, simplemente, porque ejercitaban en mayor medida esos circuitos cerebrales al memorizar los nombres de las calles y recorridos. Su capacidad para memorizar aumentaba con los años.

De la misma manera que el ejercicio físico nos protege la salud cardiovascular, el ejercicio cognitivo desarrolla nuestra salud mental; el cerebro cambia de forma en función de las áreas utilizadas.

Estamos programados para no estar programados

Si nuestro interior fabricado por la experiencia fuera todo él consciente, nos comportaríamos de modo extremadamente racional y seríamos perfectamente predecibles. Sin embargo existe una realidad interior elaborada por la experiencia y el principio de plasticidad que es inconsciente y que ejerce una gran influencia en nuestra conducta. Una gran parte de todo lo que hacemos se lo debemos al inconsciente. La conciencia es algo que a posteriori, después de haber actuado, nos permite saber lo que ya había decidido nuestro inconsciente.

Tomamos decisiones antes de ser conscientes de lo que estamos haciendo. Lo único que podemos hacer es detener el movimiento, pero la decisión de realizarlo ya fue tomada de antemano. Se conserva la libertad de interrumpir un proceso que se inició sin mi conocimiento.

Distintas arquitecturas cerebrales pueden arrojar el mismo coeficiente de inteligencia. La perseverancia y el esfuerzo individual pueden suplir los déficits del coeficiente congénito. Habíamos subestimado el potencial del esfuerzo y de la disciplina en la formación de la inteligencia.

La inteligencia

La inteligencia transforma el afecto en amor y también la agresión en castigo y ganas de controlar.

La razón inteligente, remota y única de la violencia agresiva no es un instinto ancestral que precede al conocimiento sino un desarrollo lógico de la inteligencia, al querer castigar y controlar.

Reconocimiento

La gente otorga una importancia decisiva a la idea que los demás se hacen de ella, más allá de sus convicciones o de su trabajo. El continente más que el contenido es lo que importa.

La gente está empeñada, por encima de todo, en conseguir el amor y el reconocimiento del resto del mundo.

La mentira

El experimento de Emily Butler sobre las consecuencias sociales de la restricción emocional. El simple hecho de mentir conscientemente de manera prolongada le originó un aumento de la tensión sanguínea. Preferimos siempre la mentira inconsciente: mentir con decisión es muy complicado y cuesta esfuerzo.

También nos sube la tensión al darnos cuenta de que el compañero está mintiendo y que sufre por ello.

Cuando una persona miente (Ekman) tarda dos décimas de segundo más en contestar a una pregunta que una persona que no miente.

Relación mente-cuerpo

Las emociones son lo que une la mente y el cuerpo.

La conexión entre las relaciones personales más estresantes y la operativa de determinados genes que regulan el sistema inmunitario.

Sabemos que una situación de estrés continuado disminuye el volumen del hipocampo y por tanto nuestra memoria.

La salud mental y hasta la cardiovascular resulta ser el subproducto de algo tan alejado de la constitución genética como es el lugar ocupado en la jerarquía social. El mejor predictor de la salud individual es la consideración social.

El cerebro reflejo (dominado por procesos inconscientes) se conecta directamente con los mecanismos motores, sin esperar a que el cerebro deliberativo se active, cuando se está excesivamente cansado.

Primera infancia

Desde el momento del nacimiento hasta los cuatro años se desarrollan muchos sistemas importantísimos en el cerebro, especialmente los que utilizamos para gestionar nuestra vida emocional: la respuesta al estrés, por ejemplo.

Los niños reaccionan mejor ante las recompensas que frente a las medidas disciplinarias. Es mejor ignorar las maldades de los niños para centrarse en recompensarles cuando hacen las cosas bien.

En cambio, en los adolescentes, es más eficaz aplicar una medida disciplinaria cuando se equivocan que premiarles cuando aciertan.

Es mucho más complicado cambiar de proceder a raíz de haberse equivocado que repetir, simplemente, las decisiones acertadas cuando se te dice que lo has hecho muy bien y te recompensan por ello. Aprender de los propios errores es mucho más engorroso y difícil que repetir una decisión por la que te han recompensado.

El cerebro: un apaño evolutivo

Gary F. Marcus: basta con dar una vuelta por la experiencia básica de la memoria, toma de decisiones, felicidad y lenguaje para comprobar los mil y un defectos de la mente. Lejos de ser el cerebro el mecanismo más sofisticado del universo, se parece mucho a lo que realmente es: un apaño evolutivo.

El cerebro detecta estructuras, las almacena y, de acuerdo con eso, formula predicciones. Archiva o predice, a menudo, erróneamente. Si nos equivocamos, el cerebro se pone furioso; por ello detesta los cambios de escenario, guardar datos nuevos en la memoria o tener que predecir de acuerdo con procesos insospechados.

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Las fotos son de Pablo Sanz en Flickr

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