El alquimista de personas – Liderazgo transformador
Os incluimos el artículo que hemos publicado en la revista del Colegio de Economistas de Cataluña. Podéis ver el artículo original publicado aquí (en catalán).
Al líder se le pide y se espera de él todo tipo de cosas. Hablaremos del líder transformador: se espera de él que transforme lo difícil en fácil, lo imposible en factible, que dé forma al talento, que lo haga evolucionar… Yo lo veo como un gestor de estados de ánimo, incluso como un alquimista.
¿Qué le hemos ido pidiendo al líder?
En las primeras teorías que desarrollaron el ámbito de liderazgo, se buscaban las características propias, a menudo innatas, especiales del líder. Años más tarde se ha ido evolucionando hacia una visión del liderazgo como algo a desarrollar, adquirir, aprender.
Esto puso el foco de análisis en las conductas de los líderes y permitió que se identificaran dos grandes tendencias: el foco en la tarea (conseguir objetivos, asumir iniciativas y riesgos,…) y el foco en las personas (motivar, desarrollar equipos,…) y diversos estilos de liderazgo. Pero, ¿cuál es mejor?
Un paso relevante fue el liderazgo situacional. Puso de manifiesto que el líder no era alguien que se comportaba de forma especial, ni que adoptaba un estilo, siempre el mismo, sino que adaptaba su comportamiento a la situación, a la materia que tenía delante. Así, hay comportamientos y estilos de liderazgo más o menos efectivos para cada situación. Al líder le pedimos desde entonces que domine diversos estilos, y que tenga la habilidad de identificar la situación que tiene delante para saber cuál debe aplicar.
Más tarde aún, el liderazgo transaccional iluminó que, más allá de identificar el contexto y la situación y adaptarse a ellos, transmutarse, también le pedíamos al líder que transmuta la propia situación: las dificultades que tiene delante, que las transforme en oportunidades, por ejemplo.
Al líder-coach se le pide que influye en sus equipos y que sea capaz de hacer que crezcan, respetando la esencia de cada uno, pero llevándolo más allá de lo que ahora es.
El foco se va definiendo cada vez más en la habilidad del líder para gestionar las personas, sus percepciones, vivencias y emociones: la negativa o percepción de amenaza en ilusión y motivación, las dificultades percibidas por el equipo en retos y oportunidades de cambio.
Tanto la propia situación como la percepción que de ésta tiene su cliente, o como la vivencia que puede tener su equipo son transmutadas por el líder, como lo haría un alquimista, del hierro al oro, hacia situaciones más óptimas, que permitan actuar hacia objetivos futuros.
El líder-coach o líder-desarrollador es el precursor de lo que hoy denominamos líder transformador, que integra lo mejor de las etapas anteriores.
No es un coordinador, sino un creador de nuevas realidades. Además de ser capaz de planificar, adelantarse a los acontecimientos, actuar de forma proactiva y no reactiva, ha de innovar, gestionar la diversidad y hacer trajes a medida.
Le pedimos que haga «más con menos», que genere resultados de calidad y eficientes. Y además que lo haga no sólo con la máquina (lo hard), sinó también con lo soft: las actitudes, sentimientos y emociones propias, del equipo, del cliente, de su jefe,…
El líder alquimista
En esta concepción del líder encontramos múltiples semejanzas con el alquimista: le pedimos que cambie situaciones difíciles en algo asumible, que transforme personas y las haga crecer. Como el alquimista buscaba convertir metales habituales en metales preciosos, que pedimos que conozca la esencia de una situación y la cambie para hacerla mejor, más favorable. Que consiga superar las dificultades y limitaciones de su contexto, que maximice las capacidades.
Leemos en la wikipedia: la alquimia “ha servido de fundamento para las ciencias y las industrias actuales de la química y del metal, entre otras”. El líder debe conocer y dominar diversas disciplinas y muy diferentes herramientas, combinarlas, aprender de forma continua, estar dispuesto a poner en cuestión lo que sabe, a buscar qué queda fuera de lo que ve, a explorar nuevos territorios. A reinventarse y reinventar lo que le rodea.
Tiene que combinar un carácter visionario con ser una persona de acción, para poder contagiar, transformar.
Y aún otra similitud. Los alquimistas tenían que “transmutar su propia alma antes de poder transmutar los metales”: al líder le pedimos que gestione lo etéreo (emociones, valores, sentimientos,…) para transformar unos resultados (lo tangible como el metal) en otros, mejores. Tiene que aportar una nueva mirada sobre la situación, proporcionar visión de futuro, dirección, sentido… a aquello que hacemos, para hacerlo motivador, para guiar y dirigir esfuerzos. Tiene que ver más allá, para ver qué puede haber, y no sólo que hay hoy.
Si el alquimista no está dispuesto a cambiarse a sí mismo, será difícil que consiga cambiar a otros.
¿Cuál es la materia en esta alquimia?
Veo al líder como un gestor de estados de ánimo, que inspiran acciones, conductas, decisiones, objetivos… Un gestor de almas que dan resultados muy relevantes para la empresa, que se traduce en resultados económicos.
¿Dónde radica la química en este proceso? Como alguien decía, “todo es química”, las emociones también lo son.
Las conductas que realizamos en el ámbito laboral son fruto de nuestra vivencia de la realidad, y ésta genera emociones. Las emociones son pura química, como nos dice la neurociencia: serotonina, dopamina, adrenalina…, ¿qué son sino?
Vemos un par de situaciones habituales en los entornos laborales y cómo las reacciones a éstas son influidas por la química:
a) Situación de enfrentamiento entre el área comercial y el área técnica. En detalle, el proceso interno puede ser algo parecido a:
Percepción de amenaza actual o potencial. Lo que ha vendido el área comercial es una amenaza para nuestra área, implicará cambios a introducir en un terreno que no conocemos, hemos vendido algo que no sabemos hacer, hacerlo implicará perder calidad… pueden ser reacciones habituales.
La percepción de amenaza genera una emoción de estrés. Entra en juego la química. La lectura de la situación hace que se incrementen los niveles de adrenalina y noradrenalina: peligro.
Ante el peligro, sólo nos queda huir o reaccionar defendiendo el territorio. Una buena defensa es un buen ataque, ya lo sabemos. Así que nuestra conducta puede derivar en defender nuestra actuación, lo que hacemos, al equipo,… y también en criticar e intentar desmontar el conocimiento que tiene el otro: no nos ha consultado, no sabe qué implica ni qué está en juego,…
Nuestra respuesta (ataque) generará una emoción en el otro. De nuevo la química. En este caso, el director comercial sentirá el ataque y generará los mismos ingredientes químicos, con los mismos efectos. Estoy en amenaza, debo defenderme. Y tenemos el conflicto servido.
b) Hemos conseguido un proyecto estrella, relevante para posicionarnos en un sector que hace tiempo que perseguimos.
Percepción de los beneficios de la situación, una gran oportunidad. Emociones derivadas: alegría, euforia. La serotonina ha entrado en juego. Respuesta: nos hace compartir, transmitir, contagiar, felicitar, agradecer… nos hace expansivos y vitales. A la vez, hace que minimicemos los peligros de los que somos conscientes, estamos llenos de energía, nada nos puede afectar…
Al líder le pedimos que gestione esta química: la propia y la ajena. Que sea consciente de cuáles son sus emociones, qué incidencia tendrán en su respuesta y en la de otros, cómo puede cambiarlas… y cómo puede transmitir y ayudar a cambiar emociones ajenos que no obtienen los resultados que él o el otro necesita.
Un alquimista emocional que gestiona un metal de gran complejidad y aún más alta repercusión.
Definiciones: Liderazgo: “la capacidad de establecer la dirección, influir y alinear a los otros hacia una misma finalidad, motivarlos y comprometerlos hacia la acción, haciéndolos responsables de su cumplimiento» Alquimia: “Conjunto de especulaciones y experiencias, generalmente de carácter esotérico, relativas a las transmutaciones de la materia, que influyó en el origen de la ciencia química. Tuvo como finalidades principales la búsqueda de la piedra filosofal y de la panacea universal.” (RAE)