Motivación, emoción e inteligencia

En esta ocasión os traemos un libro de José A. Marina, uno de nuestros escritores favoritos: «La educación del talento«.

No pretendemos resumir este fantástico libro, resultaría imposible. Nos atrevemos a subrayar algunos principios significativos de los componentes de motivación, emoción, inteligencia,… que en él aparecen.

Os recordamos que en la web del libro, que tenéis enlazada arriba, encontraréis recursos adicionales, bibliografía,… sobre cada uno de los capítulos.

En una próxima entrada, os resumiremos algunas de las recomendaciones para la educación que se derivan de estos principios.

Talento e inteligencia práctica

Talento es la inteligencia triunfante: la inteligencia en acto, resuelta, que resuelve los problemas y avanza con resolución. Incluye la idea de excelencia, de logro, de eficacia.

Hay muchos talentos distintos. Hay un tipo de inteligencia situada en un nivel superior, que deberíamos poseer y desarrollar todos, porque es nuestro supremo recurso, la que administra y gestiona el resto de los talentos. La inteligencia práctica.

Un problema teórico se resuelve cuando conozco la solución. Los problemas prácticos son distintos. No se resuelven cuando conozco la solución, sino cuando la pongo en práctica.

Según Sternberg, la inteligencia exitosa, es la inteligencia que se emplea para lograr objetivos importantes. Las personas que tienen esta inteligencia desarrollada, tienen las siguientes características:

  • Automotivación
  • Autocontrol
  • Perseverancia y constancia
  • Capacidad de saber cuando cambiar de objetivo
  • Sacan el máximo provecho de sus capacidades
  • Traducen el pensamiento en acción
  • Se proponen objetivos concretos
  • Iniciativa
  • Sin temor al fracaso
  • No dejan las cosas para otro día
  • Aceptan las críticas justas
  • Rechazan la autocompasión
  • Independencia
  • Tratan de superar las dificultades personales
  • Se concentran en sus objetivos
  • Aplazan la gratificación
  • Saben ver al mismo tiempo el bosque y los árboles
  • Nivel razonable de autoconfianza
  • Equilibran el pensamiento analítico, el creativo y el práctico

Los deseos y los sentimientos

Los deseos son la conciencia de nuestras necesidades o de nuestras expectativas, y nos mueven a la acción.

Los sentimientos nos informan de cuál es el estado total de nuestro organismo y, en especial, de cómo se están comportando nuestros deseos en su choque con la realidad:

 

  • satisfacción (cumplimiento)
  • decepción (no cumplimiento)
  • tristeza (pérdida)
  • desesperanza (pérdida definitiva)
  • miedo (peligro)
  • furia (obstáculo)

Cada uno de los sentimientos impulsa a una determinada acción, despierta algún tipo de deseo de segunda generación:

  • huir (miedo)
  • atacar (ira)
  • recluirme (tristeza)
  • saltar (alegría)

Tres deseos básicos:

  • El deseo de bienestar personal: placer estético, centrado en el yo
  • El deseo de relacionarse socialmente, de formar parte de un grupo y de ser aceptado y reconocido
  • El deseo de ampliar las posibilidades de acción. Incluye el deseo de crear, de explorar, la voluntad de poder, de logro y de competencia

Estilos afectivos

Cada uno de nosotros tiene su propio estilo afectivo, de la misma manera que tiene su propio estilo desiderativo y motivacional, su perfil de deseos.

Somos optimistas o pesimistas, alegres o tristones, audaces o miedosos, sociables o insociables, seguros o inseguros.

Interpretamos lo que nos sucede con arreglo a unos esquemas mentales que lo interpretan y a veces lo falsean.

A lo largo de la vida aprendemos estilos afectivos que pueden distorsionar la realidad.

Nuestra inteligencia generadora está compuesta de esquemas emocionales. Un esquema interpretativo de la experiencia está compuesto de 4 elementos educables:

  • La situación real del organismo
  • Los deseos o proyectos
  • Las creencias que tenemos acerca de cómo funciona el mundo y las personas
  • Las creencias que tenemos acerca de nosotros mismos y de nuestra capacidad para enfrentarnos con los problemas

El estilo afectivo es un hábito aprendido, una forma estable de interpretar y de evaluar lo que nos sucede.

Cada uno de nosotros construye en su memoria una representación del mundo que sirve de intermediario con la realidad. Todos construimos mapas de la realidad.

Vivimos en las creencias, sin darnos cuenta que las tenemos. Y las creencias suscitan sentimientos y comportamientos.

Hay creencias inteligentes y creencias patógenas, es decir, que provocan sentimientos o conductas desajustadas.

Con demasiada frecuencia transmitimos creencias que nosotros mismos desconocemos que las tenemos.

Si cambias tu modo de pensar, cambiarás tu modo de sentir y tu forma de actuar.

La voluntad

Se compone de 4 hábitos:

  • Inhibir el impulso, impedir pasar directamente del deseo o emoción a la acción. Sólo así conseguimos tiempo para lo siguiente
  • Deliberar: buscar y generar posibles jugadas y evaluarlas, inventar alternativas
  • Decidir. La inteligencia ejecutiva evalúa, deja pasar o pide un nuevo plan
  • Ejecutar el proyecto

Son importantes 2 hábitos:

  • la capacidad de retrasar la recompensa (anular un impulso al servicio de una meta, autoregulación emocional)
  • la capacidad de soportar el esfuerzo (dominar el estrés)

La virtud de la fortaleza (courage)

Según Seligman, en esta virtud se incluyen:

  • la perseverancia
  • la honestidad
  • la vitalidad

Interpreta la inconstancia y la pereza como faltas de coraje.

La felicidad

Es la armoniosa satisfacción de nuestras tres grandes necesidades: el bienestar, la vinculación social y la ampliación de posibilidades. No es algo que se pueda buscar directamente. Es el resultado de otras actividades.

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La foto es de danielito311

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